Compromiso con la música
Compromiso es un pacto que viene del
propio pensamiento y del corazón; no es un deber impuesto por unos sobre otros.
Uno no olvida lo que de verdad desea, o
no debería. Igualmente uno no deja sus deseos más profundos, los anhelos que
claman desde el fondo del corazón, caer en el olvido porque hay otras cosas que
llaman la atención o que presionan: lo que anhelamos es porque es un derecho
que está naturalmente conectado con nuestra esencia, es esencial para nuestra
vida.
Así que no deberíamos dejarlos de lado.
Porque tal anhelo auténtico siempre estará ahí, en el corazón, llamando.
Compromiso
es apuntar hacia lo que se desea, persistiendo cuando es necesario.
Compromiso
es conexión establecida por propia voluntad, y esto siempre tendrá como
objetivo la calidad de nuestra vivencia. La protesta surge de la falta de
calidad en nuestra vivencia.
Luego
nuestro compromiso, nuestro, apuntará a la calidad. Si entonces,
de forma superficial aceptamos que nos bombardeen diariamente con ‘cosas’ de
baja calidad, no deberemos extrañarnos de que nuestra vivencia esté falta de
calidad, falta de sustancia, es decir, no sea buena.
En
todos los elementos de la vida. Hay que mirarlo todo, por ejemplo: si tomamos
un mal café, tenemos ropa incómoda, respiramos mal aire, vemos programas malos
en tv, nos rodeamos de amistades que no nos van, hablamos de cosas que
realmente no nos interesan, etc, ¿podemos decir que llevamos una buena
vivencia?
El
compromiso con la calidad sería buscar la calidad, y rechazar la no calidad. Y
no solo en lo material, por supuesto.
La
música es uno de los patrimonios de la humanidad más ricos, de ahí que, es de
suma importancia respetarla: ello será respetar nuestra propia vivencia. Esto
es una invitación a ‘pulimentar y refinar’ nuestra relación con la música;
partiendo de tres ideas:
qué
música escuchamos
cómo
valoramos la música que escuchamos
la
sonoridad adecuada al momento
La música es tan necesaria para la vida
como la comida y el aire, sólo que de una forma menos impositiva.
Esta frase ha
sido incluída en mensajes míos anteriores. Es cierto, si arruinamos la música
arruinamos el entramado social y la propia experiencia de vida de cada uno.
Invito al
compromiso con estas tres ideas; qué música escuchamos, partiendo del hecho de que hay distintas
calidades de música, cómo valoramos la música, entendiendo ‘valorar’ como la
importancia que se le da a la música y nuestra aportación para su creación e
interpretación, y en tercer lugar la sonoridad adecuada
al momento: música de Chopin
por la noche en una discoteca y todo el mundo se va, musica disco o rock
mientras comemos en el restaurante y comemos intranquilos, free jazz en una
fiesta de cumpleaños de los niños y todo el mundo se angustia; hay músicas
adecuadas para cada tipo de ocasión. Una invitación a la reflexión y a poner en
práctica estas ideas.
Firmo este
escrito como Alain Wolter, pero lo hago en nombre de todos los músicos y
músicas que surgen de la necesidad creativa de personas que no miran a la
música como a una mercancía.
El compromiso
es participar de forma activa: participemos todos.
awolter_2012
Enhorabuena por el blog, Alain.
ResponderEliminarLo he colocado en el blogroll del blog YogaSala Málaga
http://yogasala.blogspot.com/
Gracias a que sigue habiendo gente que se preocupa como tu, los que no creamos musica, pero si tenemos algo de oido, tenemos la oportunidad de oir buena musica. Aunque para ello lo normal ( y no deberia serlo como bien dices), es salirse del circuito establecido.
ResponderEliminarUn abrazo Alain.
Añado a tu comentario que la música, en su amplitud, es creación del músico y del oyente; es de todos y para todos. La música necesita de todos para materializarse en la Tierra.
ResponderEliminar